
La prosperidad y el aprendizaje
9 de febrero de 2014
Esta nota tiene la intención de incentivar a los nuevos y, ¿por qué no?, a los viejos consagrados para que nunca dejen el estudio intenso y profundo de Ifá.
Sabemos que muchos llegan a Ifá por cumplir con su astral y que en algunos casos con sólo llegar están cumpliendo son su destino, por otro lado, aunque hay personas que llegan a una edad avanzada a la consagración de Ifá, esto no tiene por qué limitar su aprendizaje profundo de las sagradas escrituras. Òrúnmìlà sabe todo esto, él no está ajeno a nuestros pasos.
Es importante que se tome conciencia de que el aprendizaje de Ifá es lo que realmente nos convierte en sacerdotes, no se debe de trabajar Ifá para otros si no se conoce a profundidad. Mientras no hayamos estudiado Ifá sólo somos unos iniciados que tenemos nuestro Ifá para nuestra propia veneración, no más. No obstante, hoy en día es muy común ver babalawos que se consagran en Ifá y que se conforman con un conocimiento básico sobre su sacerdocio, aseguran que con eso «viven». Para ellos es esta nota, para que entiendan que nuestra prosperidad como sacerdotes (sea de Orisa o de Ifá), siempre va a estar ligada a nuestro conocimiento.
El babalawo u Olorisa que trabaje la religión nunca debe de conformarse con adquirir conocimiento sólo para «resolver» lo que se le atraviesa, porque ésta religión es inmensamente rica en liturgias, filosofía, historias, conocimiento y sabiduría, de tal manera que no es recomendable conformarse con conocer la orilla cuando se tiene el mar delante. Y esto no es privativo de nuestra religión, en todas las profesiones sucede que aquellos que estudian, que se superan día a día y se sacrifican más para aprender son los que van a tener más sabiduría que sus colegas.
Los babalawos versados en la religión, los que se sacrifican a pesar de que «ya saben» descubrirán día a día secretos que quienes se conformaron con lo básico quizá jamás llegarán a conocer, o que a lo mucho conocerán de oídas; van a tener más soluciones a las diferentes problemáticas que se les presenten en sus labores cotidianas y con total seguridad, siempre van a ser quienes serán llamados a dar conferencias y enseñanzas a los demás. Es como dice el refrán, los babalawos que siguen estudiando Ifá más allá de lo que ya saben, serán los babalawos (los maestros) de aquellos que quieren aprender Ifá a pesar de que sepan básicamente lo mismo.
Es igual que un médico que sigue estudiando y profundizando una vez que ya se recibió, el doctor que busca aprender más siempre va a ser el maestro de aquellos que se conforman con lo básico. Un médico que estudia lo elemental puede tener la experiencia de tener diez operaciones del corazón y quizá de esas diez se le mueran ocho o nueve pacientes, de tal manera que no será recomendado por nadie, pues no hay quien recomiende a alguien a quien se le mueren sus pacientes en una operación, a no ser que se trate de un enemigo. Los médicos que estudian mucho podrán tener un poco más de éxito, pero aquellos que diariamente traten de buscar un poco más de sabiduría serán a fin de cuentas quienes llegarán tan alto como sus sacrificios se los hayan permitido.
Lo mismo sucede en Ifá, sólo que aquí los sacrificios nos ayudarán a ser reconocidos no sólo por los hombres sino por nuestras deidades, que para un religioso es lo más importante.
Los hombres reconocidos siempre serán pocos, siempre se escuchará hablar de ellos y por lo general su reconocimiento vendrá detrás de un gran esfuerzo,
Muchos religiosos le piden obras a sus mayores y colegas para atraer el iré, para que vengan alejo a su ilê , pero de nada sirve que venga gente a tu casa si como sacerdote no te preocupas por ser mejor cada día; de nada vale que tu casa se llene un día de alejos si no tienes respuesta a sus interrogantes, si no tienes soluciones a sus problemáticas. Considero que la mejor obra o el mejor ébó para tener mucha gente es el aprendizaje cotidiano, pues día a día vamos descubriendo misterios y secretos que nosotros mismos no conocíamos.
Es común escuchar a muchos religiosos diciendo que sus ahijados los abandonaron, los traicionaron, los dejaron solos, y si bien es cierto que en algunos casos puede que haya razón, debemos recordar que los que llegan a nuestra casa religiosa vienen para que les enseñemos, para que les resolvamos, para que los guiemos. Ellos no vienen a jugar al padrino y el ahijado, ellos requieren guía, requieren que le respondamos sus incógnitas y si no hemos estudiado no van a estar toda la vida tragándose los cuentos de que «fulanito es malo» y «menganejo cobra más». La gente que llega a la religión no viene a que le transmitamos todos los chismes que nos sabemos, como es costumbre hoy en día de muchos religiosos que para poder «competir» con otros tienen que recurrir a la bajeza de mancillar o calumniar, pues es la única forma que tienen de mostrar que el camino adecuado y correcto es el estar a su lado, bajo su guía. Pero con estos cuentos no se va a vivir toda la vida, la verdad siempre sale a relucir. Lo mejor sería que ese tiempo que se usa para la «informática» (chismes), se empleara en cultivarse un poco más de forma religiosa.
Con estas notas buscamos cambiar la rutina de los religiosos, el evitar la crítica a otros religiosos que se sienten como competencia. La mejor y más honorable competencia que puede hacer un religioso a otro es tratar de superarlo en los estudios, lo demás no es digno de nadie que se catalogue como religioso.
Muchos dicen que no tienen tiempo para estudiar porque la vida los lleva muy aprisa, algo muy entendible. Pero si una persona no tiene tiempo para estudiar, ¿cómo es posible que tenga tiempo para trabajar la religión sin saber ni lo que hace? El estudio es un sacrificio diario, es como subir día a día un escalón de una escalera que poco a poco nos irá llevando a la prosperidad, pues el mejor camino a la prosperidad lo encontramos cuando vamos caminando con el conocimiento.
El siguiente Ese Ifá explica cómo el sacerdote que es conformista no puede esperar la prosperidad y que uno siempre va a cosechar lo que siembra, no se pueden recoger dos hectáreas de cosecha de maíz cuando sólo se sembraron cien metros. Veamos el Ese Ifá que explica sobre el estudio y sus alcances.
Saniyàn, el que sólo aprendió de Ifá lo suficiente para comer
Introducción
Ifá
dice que si la persona a la que le sale este odu es babalawo debe de aprender Ifá muy bien, que no se trata sólo de ser babalawo y de conformarse con lo poco que se conozca sino que debe de aprender Ifá a cabalidad.
Traducción del Ese Ifá
Él dice,
Gbongbola
(árbol) que tiene muchos frutos
Realizaron adivinación para Saniyàn
Quien es hijo de Irosun Tèeré
Saniyàn
Tú ya no aprendes Ifá
Sólo estás comiendo iyán.
Explicación
Aquí esta Saniyán quien es hijo de Irosun Teere, quien aprendió un poquito Ifá y se conformó con lo poco que sabía, con ese poquito que él aprendió él vivía. Él dejó de seguir aprendiendo Ifá. Un día consultó a unas personas y éstas le dijeron:
– Disculpe, pero usted no sabe nada de Ifá, usted sólo trabaja Ifá para comer.
Como le habían dicho que en la misma medida que él sabía Ifá le iban a dar para comer y vivir, Saniyàn se sintió avergonzado y se prometió a sí mismo estudiar Ifá a profundidad y así, a medida que él iba aprendiendo, Ifá le iba dando más y más prosperidad.
Como podemos apreciar en el Ese Ifá se expone un claro ejemplo de los alcances que puede tener una persona que sólo estudie Ifá para vivir. Saniyàn habla de quien se alimenta sólo de iyan (como puré de ñame) sin más nada, sin ningún otro alimento, pues él sólo se conforma con tener algo con qué comer diariamente e Ifá le da diariamente lo que él se ha ganado. El poco conocimiento que tenía sólo le aseguraba tener iyan para comer, pues Òrúnmìlà no le tiene que dar a alguien lo que esa persona no se esfuerza por alcanzar. Ifá advierte que no basta con aprender un poco de Ifá para vivir, que la persona que se consagre en Ifá debe de apegarse muy bien a él y aprender Ifá a cabalidad.
Es algo normal ver religiosos quejándose por su situación económica, pero la falta de conocimiento de la religión puede ser una de las razones por las que su situación puede ser incluso caótica, pues las deidades no son tarjetas de crédito que nos dan el dinero que queremos tener, sino que son como tarjetas de débito que sólo nos dan lo que nosotros mismos hemos logrado ahorrar con nuestros sacrificios.
Esta es una invitación a reflexionar sobre el esfuerzo que debemos de tomar en cuenta los sacerdotes de nuestra religión con la finalidad de ser mejores cada día, de tener respuestas a las incógnitas de nuestros seguidores.
Con total seguridad, si tenemos la manera de ayudar a los demás siempre tendremos la mejor forma de ayudarnos a nosotros mismos.
Oluwo
Leonel Osheniwo